En Haití, las bandas criminales se apoderan de grandes extensiones del país. Además, empeora un brote de cólera, la seguridad igual y la pobreza sigue incrementando.
El pasado 7 de octubre Haití solicitó “formalmente” asistencia internacional para enfrentar la grave crisis de seguridad generada por bandas criminales, ya que la policía nacional no puede resolverla sin ayuda.
La petición la había realizado Bocchit Edmond, embajador haitiano ante Estados Unidos, y después fue confirmada por el gabinete ministerial del propio Gobierno nacional. El gobierno confirmó esta petición y la hizo pública enviándola a la Organización de Naciones Unidas (ONU).
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, hizo lo mismo unos días después ante la organización, para que se contemplara una intervención internacional, mientras bandas armadas se apoderan de grandes extensiones del país y empeora un brote de cólera.
La idea de una fuerza de intervención generó inconformidad en parte de la comunidad haitiana y dentro del mismo Consejo de Seguridad de la ONU, que la semana pasada aprobó por unanimidad una resolución contra los líderes de las pandillas en el país centroamericano, pero sin aludir a una fuerza multinacional.
En ese momento, ningún país se ofreció a liderar esta misión dentro del territorio haitiano; incluso Estados Unidos dijo que la iba a apoyar, pero no a ponerse al frente.
En las últimas horas, el secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, llegó a Otawa, Canadá, calificada como una visita importante para ambos países norteamericanos.
“Esta visita fortalecerá nuestra asociación vital con Canadá para abordar objetivos compartidos, incluido brindar apoyo continuo a Ucrania, abordar la crisis humanitaria en Haití, profundizar nuestra cooperación en las regiones del Indo-Pacífico y el Ártico, y el avance de la cooperación sobre migración y reasentamiento de refugiados en las Américas y en todo el mundo”, dice el comunicado de prensa emitido por el Departamento de Estado de Estados Unidos.
Por su parte, la delegación canadiense debe evaluar las opciones “para apoyar al pueblo haitiano en la resolución de las crisis humanitarias y de seguridad” que enfrenta el empobrecido país, y “restaurar el acceso a los bienes y servicios esenciales”, en consulta con los socios regionales de las Naciones Unidas, la Comunidad del Caribe (CARICOM) y otros, según un comunicado del gobierno canadiense.
Antes de la llegada de Blinken, un alto funcionario estadounidense expresó su esperanza de que se avance en una intervención internacional en Haití y rechazó la visión pesimista de que ningún país se hará cargo.
El subsecretario de Estado para las Américas, Brian Nichols, dijo que se encuentra “optimista” en la posibilidad de montar esta fuerza en el marco de la ONU y barajó principios de noviembre como posible fecha para su puesta en funcionamiento.
La agenda de Blinken en Montreal asegura que el secretario de Estado estadounidense se unirá al Ministro de Relaciones Exteriores Joly para promover la competitividad de América del Norte y profundizar la cooperación económica y de la cadena de suministro, incluida la visita a una instalación de reciclaje de litio en Quebec.
Restaurar la seguridad como eje central
Blinken dijo antes de su viaje a Canadá que resolver los problemas de Haití sería “difícil, si no imposible” sin restaurar la seguridad.
“Necesitamos romper el nexo, muy nocivo, entre las pandillas y ciertas élites políticas que las financian, las dirigen y las utilizan para promover sus propios intereses en lugar de los intereses del país”, dijo Blinken.
Blinken recordó la entrega de equipos, incluidos vehículos blindados, por parte de Estados Unidos y Canadá a mediados de octubre: “Si somos capaces de ayudar a romper eso y reforzar la policía nacional de Haití, entonces creo que el gobierno puede controlar la seguridad”, aifrmó.
Fuente : María Arias