Nutricionistas y padres de familia alertan sobre las consecuencias del consumo de productos que se venden como lácteos, pero en realidad no lo son y afectan el desarrollo nutricional de miles de niños en el país. Hablan los expertos.
En un país como Colombia, donde solo en 2023 más de 300 niños murieron por desnutrición, la leche se ha convertido en un alimento de primera necesidad, especialmente por su histórica relación costo-beneficio. Las razones sobran y son bien conocidas: un alto contenido en nutrientes, esto es, proteínas de alta calidad, así como calcio y vitamina D. Decir entonces que es un superalimento parece casi una obviedad.
Pero actualmente la leche vive tiempos difíciles. En los últimos dos años, el consumo de esta bebida en el país ha sufrido importantes disminuciones. Cifras de Asoleche muestran que en 2022 se redujo un 9 por ciento y en 2023, un 6 por ciento. Un estudio de 2022 de la Superintendencia de Industria y Comercio también arroja números desalentadores: cada día se dejan de comercializar un millón de litros por prácticas fraudulentas, entre ellas la adulteración con lactosuero.
Además de que se encareció su precio en los últimos años, lo que ha espantado a miles de consumidores, el mercado parece estar saturado de productos que se comercializan como lácteos cuando en realidad no lo son.
Las alertas ya están encendidas: numerosos nutricionistas y asociaciones de padres de familia han alzado su voz frente a los efectos negativos por el consumo de dichos productos, que estarían impactando el desarrollo nutricional de miles de niños en el país.
Varias de esas voces señalan que esos alimentos están hechos con lactosuero, un derivado de la fabricación de quesos o yogures, que, si bien tiene un uso permitido en Colombia para áreas como pastelería, fabricación de galletas y concentrados para animales, es ilegal añadirlo a la leche, según lo establecen el Decreto 616 de 2006 y la Resolución 2270 de 2023.
Pero la realidad que muestra el mercado es bien distinta. En las tiendas y supermercados es posible hallar productos que aseguran ser lácteos, pero en la práctica “no tienen las características nutricionales de la leche y están llenos de azúcares y aditivos, o, en su defecto, leche en polvo”, tal como denuncia en SEMANA Carolina Piñeros, directora de la red de padres y madres Red Papaz, una de las entidades que hace un llamado urgente para que el tema no pase de agache.
Debido a su bajo precio, muchas empresas estarían usando de forma fraudulenta los lactosueros haciéndolos pasar por leche. La Superintendencia de Industria y Comercio ya tiene sus ojos puestos en esta práctica, por la que han sido sancionadas varias empresas.
En palabras simples, los consumidores se enfrentan a un engaño nutricional, pues creen que pagan por leche, pero terminan comprando otra cosa muy distinta y, sobre todo, muchísimo menos nutritiva.
La controversia gira en torno al uso de esos lactosueros para rendir el producto y evadir de esta manera el pago del IVA del 19 por ciento que deben abonar los productos derivados de la leche.
En ese punto entra a jugar otro factor que termina por enrarecerlo todo. Un proyecto de ley busca excluir algunos derivados de la leche de los impuestos saludables.
En opinión de Rubén Ernesto Orjuela, nutricionista y exdirector de Nutrición del ICBF, se trata de una iniciativa “completamente inconveniente para la salud pública del país y que significa dar un paso atrás en ese logro tan importante para nuestra niñez como lo fue gravar las bebidas azucaradas y ultraprocesadas”.
Duro Golpe a la industria lechera
El tema, sin embargo, es mucho más complejo y va más allá del impacto en la dieta nutricional de las familias colombianas.
Otra parte de la historia se escribe en el campo, donde muchos ganaderos deben, literalmente, botar la leche que producen, pues los compradores escasean por la disminución de la capacidad adquisitiva de los hogares colombianos y la inflación. Por eso, se sienten atraídos ante los bajos precios de la leche en polvo importada, especialmente de Estados Unidos.
Miles de productores en zonas lecheras de Cundinamarca, Boyacá y otros departamentos se enfrentan a una realidad dolorosa: lo que les pagan no les alcanza para cubrir los gastos de producción.
Para finales de 2023, “nos alcanzaron a pagar el litro a 2.400 pesos y el precio ha llegado a los 1.600”, relata Marlene Ángel, representante legal de Ganalac, gremio que asocia a 3.500 productores de leche de Ubaté, municipio lechero de Cundinamarca y uno de los más importantes del sector en Colombia.
Así, mientras que los costos de producción de la leche se han incrementado hasta un 45 por ciento en los últimos cinco años, lo que llevó a que en 2023 se pagara un promedio de 1.500 pesos por litro, el lactosuero se importa a precios tan bajos como 0,19 dólares por litro.
Eso explicaría por qué adulterar la leche con este producto resulta tan atractivo para ciertas empresas, dejando para el sector lechero pérdidas millonarias y fomentando una competencia desleal, traducida en una pérdida de 365 millones de litros de leche. Esto representa un golpe de 766.000 millones de pesos para los lecheros nacionales.
En contraste, quienes adulteran la leche con lactosuero obtienen una ganancia diaria de 2.100 millones de pesos, tal como señala la propia Superintendencia de Industria y Comercio.
Por tanto, Rubén Ernesto Orjuela insiste en la inconveniencia del mencionado proyecto de ley. “Si se les quita el impuesto a los productores de alimentos ultraprocesados, estos no van a decir ‘ahora les vamos a comprar leche a los productores colombianos’, sino que seguirán utilizando los lactosueros y la leche en polvo que muchos han venido usando. Por eso, no es cierto que ese proyecto de ley vaya a beneficiar a la industria nacional y a los pequeños productores, a quienes cogen de excusa para eliminar este impuesto”.
El debate se genera en tiempos en los que hace carrera una narrativa que apunta a que la leche no es tan necesaria como se cree en la dieta de las familias.
“Las enfermedades cardiovasculares, oncológicas, metabólicas, odontológicas y óseas, entre otras, tienen en la leche de vaca, la real, no la ultraprocesada, una importante aliada para su prevención y posible reducción de efectos dañinos”, explica la nutricionista Sonia Forero. Y agrega que “aporta proteínas, vitaminas y minerales, nutrientes esenciales para el desarrollo adecuado de niños y adolescentes, principalmente para ayudar al crecimiento y fortalecimiento de los huesos, dientes y otros tejidos. Por ello, hay que desestimar esa narrativa que nos quieren vender con respecto a que la leche es un alimento que se debe dejar de lado”.
Fuente : Semana