La violencia en contra de los niños en Colombia es sistemática. No solo se mueren por desnutrición, también los matan sus familiares, son víctimas de violencia sexual, golpes, abandono y negligencia.
Es triste el panorama de año nuevo para los niños y niñas de Colombia porque el Gobierno del presidente Gustavo Petro no ha diseñado su política para atender las necesidades de la población más vulnerable del país. De hecho, haber nombrado a la señora Concha Baracaldo como directora del ICBF, inexperta absoluta en la materia, fue un acto irresponsable, pero al menos congruente con un Gobierno que ha puesto en los altos cargos del Estado a personas sin experiencia en su sector.
En el gobierno del “cambio”, los niños poco importan. En la reforma tributaria, la leche en polvo para los bebés quedó gravada por ser un alimento altamente procesado. No sé qué tipo de leche es que pretenden que los bebés consuman ahora. Pronto afirmarán que las mujeres deben lactar, sí o sí, sin comprender que en los primeros seis meses de lactancia exclusiva se requiere disponibilidad de tiempo, no tener necesidades económicas y un sistema de soporte emocional. Y esa no es la realidad de las mamás en Colombia y por eso ¡es que se necesita la leche en polvo para los lactantes!
Repito entonces, los bebés en el gobierno del “cambio” no importan. De hecho, en el violento paro de 2021 (que sirvió como antesala de la campaña presidencial) dos bebés murieron en las ambulancias que los transportaban y que quedaron atrapadas en los bloqueos de los “angelitos” de la primera línea. La entonces jefe de prensa, Nany Pardo, del candidato Gustavo Petro, al referirse sobre el caso de Salvador, quien falleció en el vientre de su madre, dijo que “el bebé igual habría muerto”.
El gobierno del “cambio” no solo le subió el precio a la leche en polvo para los bebés, también hizo lo propio con las compotas. Y para rematar, el presidente Gustavo Petro anunció en La Guajira que se dejaría de comprar Bienestarina porque, según el mandatario, es muy costosa su importación.En la semana 51 de 2022 (falta el reporte de la semana 52), según el Instituto Nacional de Salud, por desnutrición en menores de 5 años habían muerto en el país 308 niños. Sin embargo, para cuando llegó el gobierno del “cambio” en la semana 32, el mismo informe llevaba reportadas 173 muertes. La situación más grave sucede en La Guajira, en donde a la semana 32 habían muerto 43 niños y para la semana 51 se reportaron 85 muertes. En 19 semanas del gobierno del “cambio”, las cosas se pusieron más difíciles para los niños en el país y más aún en ese departamento.
Con la muerte de más de 20 niños en La Guajira por desnutrición, el presidente Petro cuestionó la función del ICBF y, de paso, la labor de la directora que él mismo nombró. Fue entonces cuando anunció que la Bienestarina era muy costosa y que había que dejar de importarla.
Las comunidades indígenas de La Guajira pusieron el grito en el cielo y, además, el anuncio fue criticado por varios sectores sociales y políticos, desde donde le recordaron al presidente que la Bienestarina se produce en Colombia en dos plantas del ICBF. Afortunadamente para el beneficio de los niños, el contrato de producción está vigente y asegurado hasta el año 2027.
Con todas estas noticias de final de año, le cayó de perlas la semana de licencia que se tomó la doctora Concha Baracaldo, quien ha tenido unos meses complejos porque es evidente que no comprende para qué sirve la entidad en la que la pusieron.
O de pronto sí.
Dicen que se están repartiendo cuotas burocráticas por doquier. El sindicato denunció que podría haber una “masacre laboral” por cuenta de más de 6.000 contratos de prestaciones de servicios que serían entregados a dedo en las 32 regionales que tiene la entidad. Esta semana renunció el secretario general, José Antonio Parrado, que no duró ni cuatro meses en el cargo, y una semana atrás lo hizo también el subdirector, Juan Carlos Urrutia. ¿Por qué se están yendo los funcionarios de Concha Baracaldo?
Mientras en el alto gobierno no saben qué hacer con la política de la niñez, en la Colombia de verdad siguen ocurriendo casos horrendos en contra de la vida de los niños. El primer día del año murió una bebé de 7 meses asfixiada en el carro en el que la dejó encerrada su mamá en la ciudad de Valledupar. En este comienzo de 2023, una bebé de 10 meses fue abusada en el municipio de Soledad, Atlántico, y en Bucaramanga las cámaras de video mostraron cómo un hombre golpeó y tiró al suelo a una pequeña de 7 años que intentaba abrazarlo.
El 30 de diciembre de 2022, una mujer en Medellín se lanzó al metro abrazada de su niña. La madre murió y la pequeña se encuentra en grave estado de salud. Y el último día del año, en Roberto Payán, Nariño, una niña de 8 años fue asesinada.
La violencia en contra de los niños en Colombia es sistemática. No solo se mueren por desnutrición, también los matan sus familiares, son víctimas de violencia sexual, golpes, abandono y negligencia. Estos males no son culpa del gobierno del “cambio”, pero es justo por eso que en el ICBF se necesita un funcionario experto en la materia, al que le duelan los niños y que esté dispuesto a sudar la camiseta para defenderlos. No es el caso de la señora Baracaldo, que esperemos haya aprovechado su merecida “licencia” de fin de año. De pronto pensará que con ella al frente o no de la entidad “los niños igual se van a morir”.
Fuente : Semana , Maria Arias