Por primera vez llega al poder en Colombia un gobierno de izquierda realmente declarado, coronando así uno de los más importantes objetivos de esta ideología, aspiración que les había sido esquiva por muchos años.
El 2022 está llegando a su final; ya pasó la Navidad y se observa en el horizonte a 2023 acercándose rápidamente, lleno de esperanzas para algunos, pero con recelo y aprensión para la mayoría. Este ha sido un año de muchas sorpresas y desilusiones, especialmente cuando se habla de la economía, de la política y de las consecuencias del cambio radical en la ideología política del nuevo gobierno.
Por primera vez llega al poder en Colombia un gobierno de izquierda realmente declarado, coronando así uno de los más importantes objetivos de esta ideología, aspiración que les había sido esquiva por muchos años, pero arriba atropellando al país y a las instituciones, así como a las libertades y los derechos. No hay que ser ingenuo para no reconocer que esperan sembrar raíces para quedarse en el poder por mucho tiempo e implantar así un sistema socialista que tristemente acabará con el país.
Petro está cumpliendo la tarea al Foro de São Paulo y al Grupo de Puebla, así como al comunismo internacional. Jugando dentro del complejo ajedrez político internacional, busca debilitar al sistema capitalista que imperaba en el país, para sustituirlo por un sistema comunista desprestigiado, quitándole a quien ha generado empleo y riqueza, para darle a quien nada produce, a fin de hacerlo su esclavo político y con este voto cautivo, jugar a la democracia y así validar resultados.
Dentro de la estrategia establecida por el socialismo internacional para dominar a Colombia, bastión de una democracia madura en América Latina, enfilaron sus objetivos para avasallar campos muy importantes en la vida del país, especialmente hablando de su futuro social y económico, como son la educación, para lograr un acondicionamiento ideológico en un par de generaciones; la justicia, para generar caos e inseguridad; la cultura, para cambiar los patrones de conducta del ser humano; los medios, para acondicionar muchas realidades y hasta la Iglesia católica, con la Teoría de la Liberación y sus principales seguidores que gozan del poder infinito que ofrece el púlpito.
Otro campo de gran importancia para dominar a la nación está representado por el Congreso, ya que al mantener una mayoría de adeptos al Gobierno, todas sus pretensiones, por absurdas e improcedentes que parezcan, siempre serán aprobadas y serán válidas dentro del juego de la democracia. Es por ello que la izquierda está atomizada en un número muy grande de partidos minúsculos que legitiman la existencia de congresistas, por ello se inventaron las curules para las Farc, por eso hay curules por diferentes razas, por eso hay curules para las víctimas y por eso la ‘mermelada’ atrae como un imán a los políticos oportunistas, que sin moral y sin ética se venden a quien les ofrece cualquier beneficio.
Pero lo anterior también le sirve a Petro de plataforma para conformar lo que sería el objetivo político final que consiste en establecer un partido político único nacional, lo cual le permite a quien ostente el poder dominar sin ninguna restricción al país, al igual que sucede en China, Rusia, Cuba o Venezuela. Eso sí sería el fin de la democracia. Hay muchos políticos honestos que seguramente harán hasta lo imposible para que esto pueda ser realidad, pero se requiere de una férrea voluntad de servicio y de amor por el país. Esto puede ser el objetivo político más importante en las próximas elecciones de 2023.
Quienes han dedicado su vida al trabajo, a producir empresa, a generar empleo y creen en Colombia, tienen una tarea muy importante para que el país pueda despegar nuevamente; convencer a los indiferentes, a los apáticos y a los displicentes de que la guerra aún no se ha perdido. De que hay mucho por hacer y que unidos podemos evitar que se implante el autoritarismo que el aparato socialista internacional nos quiere implantar.
No seamos ingenuos, si nos descuidamos, perdemos derechos, libertades y -lo más valioso- la democracia.
Fuente : Semana , Johan López